PALABRA DE DIOS 
 

 

PRIMERA LECTURA
Jeremías 33, 14-16

PRESENTACIÓN

El breve texto que proclamamos hoy, primer domingo de Adviento, pertenece a una parte del libro del profeta Jeremías que se denomina "Libro de la Consolación" y que abarca los capítulos 30 al 33. Nosotros en la lectura de hoy únicamente proclamamos los versículos 14-16 del capítulo 33.

Estos capítulos hablan de la salvación del pueblo de Israel, cuya ciudad, Jerusalén, y su templo, han sido destruidos y ellos mismos deportados.

El texto 33, 14-26 posiblemente fuera añadido más tarde, ya que no está en la traducción de la Biblia al griego, hecha por los 70 sabios en Alejandría. Algunos se lo atribuyen al profeta Baruc. Los textos de los profetas no son pergaminos muertos, sino vivos; por eso han sido continuados, retocados y ampliados por la comunidad a lo largo de los años.

El fragmento de hoy pertenece a un momento delicado en el que el desánimo y la depresión del sentimiento nacional y religioso, es grande.

Después del destierro, la reconstrucción está siendo más lenta de lo esperada; sobretodo no se ve la posibilidad cercana de la reinstauración del trono de David.

El último rey, puesto por Nabucodonosor, Sedecías, ("El-Señor-es-nuestra-justicia), no ha cumplido su misión, al contrario, no ha acercado al pueblo a Yhavhé y lo ha llevado al desastre.

Pero el Señor no se olvida de su pueblo.

No se dice el momento, pero "en aquellos días", Dios suscitará un descendiente de David, él será de verdad "El-Señor-es-nuestra-justicia"). El Señor es fiel y cumple sus promesas.

El-Señor-nuestra-justicia" acabará designando al Mesías, rey davídico, a su pueblo, el reino de Dios y a Jerusalén, lugar de su trono.

LECTURA DEL LIBRO DEL PROFETA JEREMÍAS 33, 14-16

Cumpliré mis promesas

«Se acercan los días, dice el Señor, en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá.

En aquellos días y en aquella hora, yo haré nacer del tronco de David un vástago santo, que ejercerá la justicia y el derecho en la tierra. Entonces Judá estará a salvo, Jerusalén estará segura y la llamarán “el Señor es nuestra justicia”».

Palabra de Dios

 

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 24

PRESENTACIÓN

El salmo se desenvuelve entre la súplica y la reflexión sapiencial. Comienza con una súplica, hace una reflexión sapiencial y termina con otra súplica.

Tal vez el salmista es una persona mayor que se encuentra afligida y sólo en el Señor pone su esperanza.

Así, pues, comienza el salmo con palabras suplicantes

"A ti levanto mi alma..."
"No quede defraudado..."
"Muéstrame tus caminos..."
"Enséñame tus sendas..."
"Instrúyeme..."
"Acuérdate de tu compasión..."
"Acuérdate de mi por tu amor..."

Y si el salmista suplica tan insistentemente la ayuda de Dios es...

"Porque tú eres mi Dios y Salvador
y todo el día espero en ti"

El salmo cambia a un tono más reflexivo, meditativo y sapiencial. El tema no es otro que el amor del Señor.

"El Señor es bueno y recto
enseña el camino a los pecadores.
Conduce en la justicia a los pobres,
enseña a los humildes sus caminos"

Y en la tercera parte del salmo vuelve el tono de súplica ante la angustia en la que está sumido el salmista

"Vuélvete, Señor, ten piedad de mi
pues estoy solo y afligido"

"Alivia la angustia de mi corazón
sácame de mis tribulaciones"

"¡Guarda mi vida! ¡Líbrame!
¡No quede yo defraudado
por refugiarme en ti!

SALMO  24

R/. A TI, SEÑOR, LEVANTO MI ALMA

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas,
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.
R/. A TI, SEÑOR, LEVANTO MI ALMA

El Señor es bueno y recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
R/. A TI, SEÑOR, LEVANTO MI ALMA

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad,
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza.

R/. A TI, SEÑOR, LEVANTO MI ALMA

 

 

 

SEGUNDA LECTURA
Tesalonicenses 3, 12-4, 2

PRESENTACIÓN

Después de escuchar las buenas noticias que le trae su discípulo Timoteo de la comunidad de Tesalónica, Pablo escribe esta primera carta a los Tesalonicenses.

Está contento de la marcha de la comunidad: es una comunidad unida y misionera y, desde ella, ha resonado el Evangelio en toda Grecia; con todo, no faltan dificultades.

Ahora bien, no pueden pararse. La vida cristiana es un caminar hacia el Señor, que viene. No tiene sentido esperar pasivamente al Señor, no hay que dormirse en los laureles.

Por eso Pablo les exhorta a un crecimiento continuado y constante; hay que progresar en la fe y en el amor. Y ese amor amplio y generoso debe ser signo de una comunidad que ha sido previamente amada de manera desinteresada.

Y sigue pidiendo al Señor que les fuerzas para superar las dificultades, para purificarse y prepararse para la vuelta del Señor, ante quien deben presentarse santos e irreprensibles. Serán la fe y el amor, bien reforzados, quienes garanticen esa santidad irreprochable.

Cristo, el Señor, que ya ha cumplido su obra, debe volver para llevarla a la plenitud.

Y mientras esperamos, vamos creciendo, caminando tras las huellas de los que han sido maestros en el seguimiento de Jesucristo y de quienes hemos aprendido cómo hacer para agradar a Dios.

PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS TESALONICENSES 3, 12-4, 2

Que cuando Jesús vuelva, os presentéis santos e irreprochables

Hermanos:

Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos, y que así os fortalezca internamente; para que cuando Jesús nuestro Señor vuelva acompañado de sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios nuestro Padre.

Para terminar, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: Habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios: pues proceded así y seguid adelante.

Ya conocéis las instrucciones que os dimos en nombre del Señor Jesús.

Palabra de Dios

 

 

ACLAMACIÓN
Salmo 84, 8

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

 

EVANGELIO
Lucas 21, 25-28. 34-36

PRESENTACIÓN

Comenzamos un nuevo año litúrgico y el Evangelio que nos va a acompañar prioritariamente es el de San Lucas.

Al entrar en el tiempo de Adviento, nos disponernos a prepararnos para celebrar la venida del Señor.

Celebramos que un día el Señor vino en Belén de Judá en tiempo del rey Herodes; y celebramos que un día el Señor volverá en su gloria para llevar todo a su plenitud.

El texto del Evangelio que proclamamos hoy, está referido a esa vuelta definitiva del señor.

En la literatura de Israel hay un género literario para expresar las realidades transcendentes, aquello que nos supera y nos sobrepasa, es el género apocalíptico. A parte de los libros escritos en este género, en el Antiguo Testamento el libro de Daniel, y en el Nuevo Testamento el libro del Apocalipsis, tanto en los libros proféticos como en el Evangelio, encontramos fragmentos escritos en este género literario.

El de hoy es uno de esos.

Jesús ha predicho la ruina de Jerusalén con gran plasticidad y a continuación, el fin del mundo y la venida del Hijo del Hombre.

El marco de la venida del Señor, dentro del géneros apocalíptico que decíamos antes, se presenta como una gran destrucción; pero cuando todo se venga abajo, lo que quedará al descubierto es la morada de Dios y en ella al Hijo del Hombre.

No es tiempo de miedos y angustias, sino, al revés, está a punto de culminar nuestra esperanza; por eso hay que estar en pie, con la cabeza alta, se acerca la liberación.

Y como no sabemos ni el día ni la hora y caerá como un  lazo sobre todos los habitantes de la tierra, hay que estar preparados, despiertos, vigilantes.

Cuidado con esclavizarse a las cosas de este mundo, cuidado con dejarse llevar por el vicio, la bebida y el dinero. El día del Señor llegará de repente.

Si lo que se acerca es la liberación, no es para vivir atemorizados, sino con esperanza.

Si el que viene es el Señor, hay que vaciarse de egoísmos, de lastres, de preocupaciones por las cosas materiales, para podernos mantenernos en pie ante el Hijo del Hombre.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 
21, 25-28. 34-36

Levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo, ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo, temblarán. Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.

Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.

Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir, y manteneos en pie ante el Hijo del Hombre.

Palabra del Señor