LECTIO DIVINA

 

 

 

 

«Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra»
 


 

Señor Jesús, envía tu Espíritu para que nos ayude a leer la Escritura con la misma mirada con la que tú se la leíste a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos estremecedores de tu condena y muerte. De este modo, la cruz que parecía ser el fin de toda esperanza, se mostró a ellos como origen de vida y de resurrección.

Haz en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Que tu Palabra nos oriente para que también nosotros, como los dos discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y dar testimonio a los demás de que tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a tí, Jesús, hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado al Espíritu. Amén.

 

Texto

En aquel tiempo, Jesús decía (a la multitud): Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo.

Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.

Decía también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos?

Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra.

Con muchas parábolas como estas les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír.

Y sin parábolas no les hablaba; aunque a sus discípulos en particular les declaraba todo.

 

para conseguir depositar la Palabra en nuestro corazón

 

a)¿Cuál es el punto que más te ha llamado la atención? ¿Por qué?

b) Jesús no explica la parábola. Cuenta la historia y mueve a los demás a la imaginación y a la reflexión . ¿Qué has descubierto tú en las dos parábolas?

c) El objetivo de las palabras es hacer la vida transparente. ¿ Se ha ido haciendo tu vida más transparente a lo largo de los años o ha sido al contrario?


 

a) Una división del texto per ayudarte en la lectura

Mc 4,26-29: La parábola de la semilla que nace por sí misma

Mc 4,30-32: La parábola del grano de mostaza

Mc 4,33-34: La conclusión sobre la parábola

Para profundizar el tema

 

Salmo 96

Grande es el Señor y digno de toda alabanza

Cantad al Señor un cántico nuevo,

cantad al Señor toda la tierra.

Cantad al Señor, bendecid su nombre,

anunciad día a día su salvación.

Contad su gloria en medio de los pueblos,

anunciad sus maravillas a todas las naciones.

Grande es el Señor y digno de toda alabanza,

terrible sobre todos los dioses.

Todas los dioses de las naciones son nada,

pero el Señor ha hecho los cielos.

Majestad y belleza van delante de él,

poder y gloria en su santuario.

Dad al Señor , familias de los pueblos,

dad al Señor gloria y poder,

dad al Señor la gloria de su nombre.

Llevadle ofrendas y entrad en sus atrios,

postraos ante el Señor con ornamentos sacros.

Tema ante él la tierra entera.

Decid al pueblo: "¡El Señor reina!"

Afianzó la tierra para que no vacile;

juzgará a las naciones con rectitud.

Alégrense los cielos, goce la tierra,

ruja el mar y cuanto encierra;

exulten los campos y cuanto hay en ellos,

regocíjense los árboles del bosque

delante del Señor que ya llega,

porque viene a juzgar toda la tierra.

Juzgará el mundo con justicia

y a todos los pueblos con fidelidad.

 

Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir cuanto tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros, como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar sino practicar la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

 

TOMADO DE: Página Oficial Orden de Carmelitas

SITIO WEB: http://www.ocarm.org