
CONSTITUCIÓN
"SACROSANCTUM
CONCILIUM"
SOBRE LA SAGRADA
LITURGIA
CAPÍTULO IV
EL OFICIO DIVINO
Curso tradicional de las Horas
88. Siendo el fin del
Oficio la santificación del día, restablézcase el curso
tradicional de las Horas de modo que, dentro de lo posible,
éstas correspondan de nuevo a su tiempo natural y a la vez
se tengan en cuenta las circunstancias de la vida moderna en
que se hallan especialmente aquellos que se dedican al
trabajo apostólico.
89. Por tanto, en la
reforma del Oficio guárdense estas normas:
a) Laudes, como oración matutina, y Vísperas, como
oración vespertina, que, según la venerable tradición de
toda la Iglesia, son el doble quicio sobre el que gira el
Oficio cotidiano, se deben considerar y celebrar como las
Horas principales.
b) Las Completas tengan una forma que responda al
final del día.
c) La hora llamada Maitines, aunque en el coro
conserve el carácter de alabanza nocturna, compóngase de
manera que pueda rezarse a cualquier hora del día y tenga
menos salmos y lecturas más largas.
d) Suprímase la Hora de Prima.
e) En el coro consérvense las Horas menores, Tercia,
Sexta y Nona. Fuera del coro se puede decir una de las tres,
la que más se acomode al momento del día.
Fuente de piedad
90. El Oficio divino, en
cuanto oración pública de la Iglesia, es, además, fuente de
piedad y alimento de la oración personal. por eso se exhorta
en el Señor a los sacerdotes y a cuantos participan en dicho
Oficio, que al rezarlo, la mente concuerde con la voz, y
para conseguirlo mejor adquieran una instrucción litúrgica y
bíblica más rica, principalmente acerca de los salmos.
Al realizar la reforma, adáptese el tesoro venerable del
Oficio romano de manera que puedan disfrutar de él con mayor
amplitud y facilidad todos aquellos a quienes se les confía.
Distribución de los salmos
91. Para que pueda
realmente observarse el curso de las Horas, propuesto en el
artículo 89, distribúyanse los salmos no es una semana, sino
en un período de tiempo más largo.
El trabajo de revisión del Salterio, felizmente emprendido,
llévese a término cuanto antes, teniendo en cuenta el latín
cristiano, el uso litúrgico, incluido el canto, y toda la
tradición de la Iglesia latina.
Ordenación de las lecturas
92. En cuanto a las
lecturas, obsérvese lo siguiente:
a) Ordénense las lecturas de la Sagrada Escritura de
modo que los tesoros de la palabra divina sean accesibles,
con mayor facilidad y plenitud.
b) Estén mejor seleccionadas las lecturas tomadas de
los Padres, Doctores y Escritores eclesiásticos.
c) Devuélvase su verdad histórica a las pasiones o
vidas de los santos.
Revisión de los himnos
93. Restitúyase a los
himnos, en cuento sea conveniente, la forma primitiva,
quitando o cambiando lo que tiene sabor mitológico o es
menos conforme a la piedad cristiana. Según la conveniencia,
introdúzcanse también otros que se encuentran en el rico
repertorio himnológico.
Tiempo del rezo de las Horas
94. Ayuda mucho, tanto
para santificar realmente el día como para recitar con fruto
espiritual las Horas, que en su recitación se observe el
tiempo más aproximado al verdadero tiempo natural de cada
Hora canónica.