NO
NOS DEBE NADA
Nadie
pudo exigir para sí, en exclusiva, la salvación de
Dios. Pero nueve de aquellos diez leprosos sí creían
que Dios les debía aquel favor. Por eso son incapaces
de volver agradecidos.
Uno
sólo, el extranjero, -el samaritano, el rechazado de
los judíos, el de inferior categoría, el indeseable-,
es capaz de descubrir que el Señor ha obrado en él, le
ha salvado. Y obrar en consecuencia: retornar agradecido
hasta Jesús.
Una
vuelta que no podemos verla como simple desplazamiento
geográfico. Una vuelta mucho más profunda, mucho más
radical, mucho más personal.
Volver
a Jesús y darle las gracias no es simple gesto de buena
educación. Volver agradecido a Jesús es reconocer que
la propia vida, en su totalidad, ha dado un giro porque
en ella se ha producido un encuentro con Jesús y ese
encuentro siempre transforma radicalmente a la persona
(o no ha sido tal encuentro). Volver agradecido a Jesús
es, por otra parte, y como postura positiva, optar por
Él y por su causa. Quien ha reconocido a Jesús como el
Señor, como el Salvador, ya no puede construir su vida
sin contar con Él. Más aún: no puede construir su
vida sin darle a Él el papel principal, el papel
protagonista. No puede construir su vida sin contar con
Él como la clave de interpretación de toda la
existencia.
Pero
está claro que, para ser capaces de volver agradecidos
a Jesús, hace falta reconocer, en primer lugar, que Él
no nos debe nada, que su acción para con nosotros es
totalmente gratuita. Y sólo quien es capaz de descubrir
este amor generoso y gratuito de Dios, puede volver a Él
agradecido, puede convertirse en discípulo suyo, puede
posponerlo todo, absolutamente todo, -familia, amigos,
bienes, incluso a sí mismo-, para seguirle. De éstos
es realmente de quienes Jesús dice "tu fe te ha
salvado" (...) Vivir la experiencia del leproso -o
del pecador, o del angustiado, o del falto de esperanza,
o del pobre...: vivir la experiencia de nuestro ser
incompleto, deficiente y necesitado de plenitud- es
entrar por el camino de la salvación. Reconocernos tal
cual somos, en nuestra real -y pobre- realidad, saber
que necesitamos de un salvador y descubrirlo en Jesús
es vivir la experiencia más profunda de que el hombre
es capaz. Y es, por lo mismo, las experiencia más auténticamente
humana que pueda tener el hombre.
DABAR
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