
Texto
“Ver con los
ojos del corazón, lo que dice el texto”
LUCAS 17,
11-19
¿No
ha vuelto más que este extranjero para
dar gloria a Dios?
Yendo
Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre
Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en
un pueblo, vinieron a su encuentro diez
leprosos, que se pararon a lo lejos y a
gritos le decían: "Jesús, maestro,
ten compasión de nosotros."
Al
verlos, les dijo: "Id a presentaros a
los sacerdotes."
Y,
mientras iban de camino, quedaron limpios.
Uno de ellos, viendo que estaba curado, se
volvió alabando a Dios a grandes gritos y
se echó por tierra a los pies de Jesús,
dándole gracias.
Éste
era un samaritano.
Jesús
tomó la palabra y dijo: "¿No han
quedado limpios los diez?; los otros
nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más
que este extranjero para dar gloria a
Dios?"
Y le
dijo: "Levántate, vete; tu fe te ha
salvado."
Palabra del Señor.
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LECTURA: ¿Qué dice el
texto?
CONTEXTO
Este evangelio es continuación del que
leíamos el domingo anterior.
Con él, comienza la tercera etapa del camino hacia
Jerusalén, hacia la meta, hacia el destino, donde
continuará la formación de los discípulos y en cuyo
corazón se encuentra el tercer anuncio de la Pasión,
Muerte y Resurrección de Jesús (cf. Lc 18, 31-34).
En el evangelio de hoy,
Lucas relata la curación de diez leprosos y el
agradecimiento de uno solo, y además samaritano. La
gratitud y los samaritanos son temas típicos de Lucas.
Aquí van unidos los dos: a
oídos de un judeocristiano, podría resultar escandaloso,
porque en la tradición judía los samaritanos son
considerados un pueblo necio e infiel; a oídos de los
cristianos provenientes del paganismo, -para los que
escribe Lucas-, esa asociación no podía provocar sino
esperanza.
No hay que cumplir
determinadas condiciones étnicas o legalistas para estar
cerca de Dios, basta un corazón agradecido.
TEXTO
El evangelio puede estructurarse en una breve
introducción para marcar la tercera etapa hacia
Jerusalén (v. 11) y dos partes principales con tres
momentos cada una.
A) La primera parte (vv. 11-14) narra el encuentro de
diez leprosos con Jesús y el ruego que le piden (vv.
12-13); la respuesta de Jesús (v. 14a); la purificación
de los leprosos (v. 14b).
B) La segunda parte (vv. 15-19) cuenta la reacción
agradecida de uno de los leprosos, que era samaritano (vv.
15-16); la respuesta sorprendida de Jesús ante dicha
reacción (vv. 17-18); las palabras de Jesús al
samaritano (v. 19).
El texto pone en evidencia una sorpresa: la adhesión a
Jesús, cerca ya de su meta, la protagoniza un personaje
que la religión oficial tenía por “maldito”, rompiendo
así la “lógica” del momento.
ELEMENTOS A DESTACAR
• La comunidad cristiana guarda bien en su memoria el
trato de Jesús con los leprosos (relatos de curación en
los tres sinópticos y otros ecos textuales en Mt 11,5 y
Lc 7,22), un hecho inaudito entonces. Basta leer
Levítico 13-14 para comprobar la difícil situación
social y religiosa de quien padecía esa enfermedad (Lev
13,45-46). Pero para Jesús lo más importante no es lo
prescrito por la Ley, sino la persona humana, y una vida
digna y plena para todos. La raíz de su actuación no es
el cumplimiento de la norma sino la misericordia
solidaria. Y cuando entran en conflicto, Jesús lo tiene
claro. ¿Nosotros también?
• La primera respuesta de Jesús exigía mucha fe por
parte de los leprosos, porque tenían que ir donde el
sacerdote como si ya estuvieran curados. Ellos creen,
obedecen y van. Solo después de su decisión ocurre la
purificación. Muchas veces pedimos el milagro como
condición previa para comprometernos más en nuestra vida
cristiana, pero no, es la obediencia “ciega” a las
palabras y proyecto de Jesús lo que debe anteceder al
“milagro”.
• Es importante la reacción del samaritano como
enseñanza para nosotros: primero “ve” (= experimenta)
que está limpio, luego “vuelve” a Jesús (= la
experiencia supone un cambio de dirección en su vida)
glorificando a Dios y dando gracias a Jesús, con un
gesto de adoración, de sumisión a la persona del “Jefe”
( = Maestro). Repasemos nuestra actitud creyente: todo
debe partir de la experiencia gratuita y salvífica de
Dios, que moviliza la alabanza y desemboca en la
celebración de acción de gracias (eucaristía).
• Jesús se extraña de que sea precisamente un
“extranjero” el que vuelva. Un “samaritano” (con lo que
eso significaba entonces en el mundo judío) da una
lección a los “judíos”. En este punto la sorpresa del
evangelio recoge lo que a veces también entre nosotros
es sorprendente: que la lucha por la justicia, el
combate del mal, la opción por una vida digna y plena de
las personas, el compromiso contra el racismo, contra la
violencia de género, contra el paro, contra todo lo que
hace mal a las personas y la sociedad, no son asumidas
con el entusiasmo debido por quienes nos decimos
seguidores de Jesús, y son personas alejadas de la fe
las que nos dan ejemplo de una vida más militante.
• La frase final de Jesús, que se repite en otros
episodios (cf. Lc 7,50; 8,49; 18,42), pone en énfasis el
valor de la fe. ¿Se trata de la fe en Jesús o la fe en
uno mismo? Parece que se nos quiere enseñar esto: el
samaritano se acerca a Jesús porque ha tomado una
decisión firme seguro de sí mismo. Adherirse a la
persona de Jesús y a su proyecto necesita una decisión
personal firme. Cuando se da, entonces la vida
recomienza y se recrea (“levántate”, “te ha salvado”).
¿Vivimos esa decisión y esa firmeza en nuestro
seguimient
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“Le hablo al Señor,
escucho el yo de Jesús y mi yo para llegar a una
intimidad de amor”
¿Qué le dices a Dios
gracias a este texto?
¿Qué te mueve a decirle?
¿Peticiones, alabanza,
acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo,
compromiso?
Habla con Dios…
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