
CONSTITUCIÓN
"SACROSANCTUM
CONCILIUM"
SOBRE LA SAGRADA
LITURGIA
CAPÍTULO V
EL AÑO LITÚRGICO
Sentido del año litúrgico
102. La santa madre
Iglesia considera deber suyo celebrar con un sagrado
recuerdo en días determinados a través del año la obra
salvífica de su divino Esposo. Cada semana, en el día que
llamó «del Señor», conmemora su Resurrección, que una vez al
año celebra también, junto con su santa Pasión, en la máxima
solemnidad de la Pascua.
Además, en el círculo del año desarrolla todo el misterio de
cristo, desde la Encarnación y la Navidad hasta la
Ascensión, Pentecostés y la expectativa de la dichosa
esperanza y venida del Señor.
Conmemorando así los misterios de la Redención, abre las
riquezas del poder santificador y de los méritos de su
Señor, de tal manera que, en cierto modo, se hacen presentes
en todo tiempo para que puedan los fieles ponerse en
contacto con ellos y llenarse de la gracia de la salvación.
103. En la celebración
de este círculo anual de los misterios de Cristo, la santa
Iglesia venera con amor especial a la bienaventurada Madre
de Dios, la Virgen María, unida con lazo indisoluble a la
obra salvífica del su Hijo; en Ella, la Iglesia admira y
ensalza el fruto más espléndido de la Redención y la
contempla gozosamente, como una purísima imagen de lo que
ella misma, toda entera, ansía y espera ser.
104. Además, la Iglesia
introdujo en el círculo anual el recuerdo de los mártires y
de los demás santos, que llegados a la perfección por la
multiforme gracia de Dios y habiendo ya alcanzado la
salvación eterna, cantan la perfecta alabanza a Dios en el
cielo e interceden por nosotros. Porque al celebrar el
tránsito de los santos de este mundo al cielo, la Iglesia
proclama el misterio pascual cumplido en ellos, que
sufrieron y fueron glorificados con Cristo, propone a los
fieles sus ejemplos, los cuales atraen a todos por Cristo al
Padre y por los méritos de los mismos implora los beneficios
divinos.
105. Por último, en
diversos tiempos del año, de acuerdo a las instituciones
tradicionales, la Iglesia completa la formación de los
fieles por medio de ejercicios de piedad espirituales y
corporales, de la instrucción, de la plegaria y las obras de
penitencia y misericordia. En consecuencia, el sacrosanto
Concilio decidió establecer lo siguiente: