UN HOMBRE ENCONTRÓ UN TESORO EN EL CAMPO


"El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.

También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra" (Mateo 13, 44-46)

 

Dichoso el que tropieza contigo.
Dichoso el que te encuentra
y te descubre.

En cualquier recodo,
en cualquier encrucijada,
te haces el encontradizo con él
y le das la gran sorpresa.
Tú le seduces,
y él lo vende todo para comprarte.
¡Dichoso ese hombre!

Dichoso el que te sigue encontrando más veces.
Te ve
y te reconoce.
Siente un sobresalto,
como la primera vez.
Dichoso el que tiene un choque contigo
cada noche.

Andaba a oscuras
y ve un brillo de ojos,
¡Tus ojos!
Una luz en la vida.

Antes estimaba mi apellido
y me gloriaba de mi pueblo.
Mostraba mis títulos y mi hogar:
Estaba orgulloso de mi profesión
y contaba mis méritos

Pero Tú vales más.
La mayor ganancia eres Tú.
Las demás no valen.
No hay más ganancias.

Todo lo bueno va contigo.
Todo lo que buscamos lo llevas Tú.
Verdad, justicia, revolución, hombre nuevo:
todo tiene tu rostro,
tu voz,
tu nombre.

Eres el tesoro de la vida.
Los demás no tienen brillo
ni valor.
Son como basura.
Y se pierden.

Tú no te pierdes ni te gastas.
A Ti no te roba nadie.
Ningún ladrón te puede encerrar en su maleta
ni llevarte en su coche.
No hace falta anti-robo
n caja fuerte.
Y el guardia de turno
puede irse a tomar café

Salgo a la calle y no necesito guardaespaldas.
No alquilo un coche blindado
con policía y teléfono.
Y llevo el mayor tesoro

Vale la pena venderlo todo
para tenerte.
¡Ojalá me busques
y me seduzcas!
¡Ojalá te encuentre
y me vaya contigo
dejándolo todo
Pensándolo me alegro
y te canto esta canción
en la asamblea de tus amigos.

Me buscarás
y me encontrarás.
Te buscaré
y te encontraré.
Te preferiré a Ti.
Nos iremos juntos.

Que nadie me pregunte:
¿Qué comerás?
¿Con qué te vestirás?
Mi herencia es el señor.
Nadie me quitará mi alegría.

(Francisco Loidi)