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Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras
conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para
entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su
Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida
en nosotros.
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Texto
“Ver con los
ojos del corazón, lo que dice el texto”
LUCAS 23,
35-43
Señor,
acuérdate de mí cuando llegues a tu
reino
En aquel tiempo, los magistrados
hacían muecas a Jesús diciendo:
A otros
ha salvado; que se salve a sí mismo, si
él es el Mesías de Dios, el Elegido».
Se burlaban de él también los soldados,
que se acercaban y le ofrecían vinagre,
diciendo:
«Si eres
tú el rey de los judíos, sálvate a ti
mismo».
Había también por encima de él un
letrero:
«Este es
el rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados lo
insultaba diciendo:
«¿No
eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y
a nosotros».
Pero el otro, respondiéndole e
increpándolo, le decía:
«¿Ni
siquiera temes tú a Dios, estando en la
misma condena? Nosotros, en verdad, lo
estamos justamente, porque recibimos el
justo pago de lo que hicimos; en cambio,
este no ha hecho nada malo».
Y decía:
«Jesús,
acuérdate de mí cuando llegues a tu
reino».
Jesús le dijo:
«En
verdad te digo: hoy estarás conmigo en
el paraíso».
Palabra del Señor.
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para conseguir depositar
la Palabra en nuestro corazón |
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Estamos
ante uno de los momentos más importantes en la historia
de la Salvación. Cuando Jesús asume ser desde ahora la
única víctima agradable al Padre Dios. Ya no será
necesario seguir inmolando corderos a Dios. Jesús se ha
ofrecido y con su sangre nos ha comprado para Dios, nos
ha liberado de toda atadura, y con su muerte nos libró
de la muerte eterna… Es importante que ante este texto
me haga estas preguntas:
¿Al igual que el pueblo, yo me quedo lejos de Jesús, de
la religión y a veces hasta murmuro y critico?
¿Cuántas veces he negado la cruz, mi cruz? ¿Cuántas
veces le he pedido a Dios que me libere de mis cruces?
¿He pensado que Jesús no debía haber sufrido?
¿Preferiría otra forma de Salvación? (tal vez mi actitud
es como la de Pedro y Jesús me diría que me aparte de
Él)
¿Cuántas veces quiero poner a prueba a Jesús? (Hay
momentos en que le decimos: “Si eres Dios que se sane
tal persona… Si eres Dios que no sufra tal amigo… Si
eres Dios que se salve este niño inocente… Si eres Dios
que yo pueda tener un buen trabajo… Si eres Dios que mi
familia esté a salvo…. Porqué le ocurrió un accidente a
esta persona tan buena?) ¿Qué hacemos en estos casos… si
escuchamos esto de otros, qué decimos?
Sabemos que Dios es omnipotente… todo lo puede.
¿entendemos que Dios permitió el sufrimiento de su Hijo,
y que la cruz es el trono donde Él quiso venir a Reinar?
La cruz del Señor va en contra de toda perspectiva
humana, La cruz del Señor es la salvación para nosotros.
Su muerte es nuestra vida. ¿Acepto esto, acepto y
agradezco a Jesús que reine sobre mí, desde la cruz?
Hoy proclamamos a Jesucristo, Rey del Universo, porque
con su muerte en Cruz liberó toda la creación que había
caído en la desgracia. ¿Dejo reinar a Jesús en mi vida?
O ¿prefiero vivir el “reino de este mundo a mi manera”?
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LECTURA: ¿Qué dice el
texto?
El año litúrgico se
cierra con esta fiesta de Cristo, Rey. Israel recorrió
un largo camino respecto al reinado. Era un pueblo
nómada y tribal al principio, de tradición democrática y
no monárquica. Ya en el Libro de los Jueces (9:7-21)
encontramos en llamado “Apólogo de Jotam” (un apólogo
que como una fábula, o historia para una enseñanza
moral), en que se critica el deseo de querer ser rey. La
narración sobre el deseo de Israel de tener un rey se
encuentra en 1 Sam 8, y ahí muestra Yahveh su disgusto
por el deseo de Israel de ser ‘como las naciones’, es
decir, los paganos, y tener un rey, que al fin y al cabo
los oprimirá con su vida lujosa y desenfrenada. Y así
sucedió, pues Salomón comenzó siendo sabio pero terminó
necio y mujeriego (se casó con muchas extranjeras que
desviaron su corazón a dioses paganos), y como castigo
el reino se dividió; todo esto se puede leer en 1 Re
11-12.
La legislación
deuteronómica sobre el reinado, precisamente teniendo en
mente a Salomón, se encuentra en Dt 17:14-20. El rey
debe ser uno del pueblo, un hermano, y no tener ni
muchas mujeres ni muchos caballos, ni llevar al pueblo
de nuevo a Egipto como esclavos (entres sus mujeres,
Salomón se casó con la hija del faraón).
La primera lectura nos presenta a David precisamente
como uno del pueblo de Israel, un pastor. Un poco
después en este segundo libro de Samuel, al capítulo 7,
encontramos la gran profecía/promesa que sólo de la
descendencia de David deberá salir (literalmente, Yahveh
“hará que se levante,” que es lenguaje bíblico de
resurrección, 2 Sam 7:12) el rey de Israel, o el Mesías.
Pero antes de que se cumpla esta esperanza, Israel de
hecho vuelve a “Egipto” (2 Re 25:26; realmente, la mayor
parte de la gente se fue al exilio en Babilonia) y queda
truncada la monarquía (Israel estará sin rey judío, sólo
bajo reyes extranjeros que la oprimen).
En el exilio
babilónico, el profeta Ezequiel, en nombre de Dios,
insiste en que Yahveh volverá a ser rey sobre su pueblo
aunque sea a la fuerza, Ez 20:32-44. De hecho, Yahveh
será de nuevo, como antaño, el único Pastor de su
pueblo, a través de su siervo David, que será no tanto
rey, sino “príncipe” (literalmente, “uno que está
levantado”), Ez 34; 37:24-28.
Jesús, el Buen Pastor
que hace lo que dice Dios que hará con sus ovejas en Ez
34:15-16, es decir: apacentar (hacer que se acuesten
para comer, como se dice en Mc 2:15); buscar la perdida;
vendar y curar a la enferma (Jesús se llama médico en Mc
2:17). Pero nadie se imaginaba cómo sería “levantado” el
Mesías: sería “levantado” sobre el trono de la cruz (ver
la profecía de Jesús con juego de palabras en Jn
12:32-33; en arameo, el idioma de Jesús, “ser levantado”
significa tanto “ser exaltado” como “ser crucificado”).
La cruz era un trono
satírico, una burla muy cruel de los romanos, para los
pretendientes a la realeza, para los que eran o se
consideraban una amenaza para el imperio. Y de hecho, la
lectura del evangelio nos presenta a Jesús crucificado
objeto de burlas. Jesús fue el que no se salvó a sí
mismo para salvarnos a nosotros. Ni Dios su Padre lo
eximió (Rom 8:32), como Abraham con Isaac, sino que lo
entregó por nosotros. Pero el “levantamiento” de Jesús
sobre la cruz mostró su realeza de verdad, y fundamenta
su pleno derecho de ser nuestro Señor y Rey, gobernando
más conquistando nuestros corazones que por fuerza. Y
así nos dice la Carta a los Hebreos que el Dios de la
paz “condujo hacia arriba,” sacándolo del reino de la
muerte, “a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de las
ovejas, por la sangre de la alianza eterna” (13:20).
Preguntas para recordar el texto bíblico:
¿Cómo comienza este texto? ¿cuál es la escena?
¿Quiénes estaban mirando y burlándose de Jesús? ¿Qué es
lo que le decían a Jesús?
¿Quiénes más estaban en la escena burlándose de Jesús y
qué le ofrecían?
¿Cuál es la frase central en la que le dicen a Jesús
sobre su reinado?
¿Qué decía el cartel que estaba sobre la cruz de Jesús?
¿Qué le decía uno los malhechores a Jesús? ¿Cómo le
contestó el otro?
El segundo malhechor se dirigió a Jesús con unas
palabras concretas: ¿Qué le pidió a Jesús?
¿Cuál fue la contestación que le dio Jesús?
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“Le hablo al Señor,
escucho el yo de Jesús y mi yo para llegar a una
intimidad de amor
Gracias Señor por tu Palabra
Salvadora.
Gracias por venir a enseñarnos un nuevo camino que nos
lleva hacia Ti. La cruz redentora.
Gracias por aceptar venir a salvarme, a liberarme, a
hacerme una nueva creatura.
Así como en el Antiguo Testamento se sellaban con la
sangre de los corderos ofrecidos en holocausto, hoy
queremos pedirte con nos selles con tu Sangre Bendita y
salvadora. Que el maligno enemigo, al que tú venciste
desde la cruz no tenga ningún poder sobre nosotros.
Te declaramos Rey de nuestras vidas, Reina Jesús por
siempre en mi vida y en mi corazón.
Amén
Oremos al Señor con el salmo 26
27,1: El Señor es mi luz y mi salvación: ¿a quién
temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida: ¿de quién me
asustaré?
27,2: Si me acosan los malvados para devorar mi carne,
ellos, mis enemigos y adversarios, tropiezan y caen.
27,3: Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no
teme;
aunque me asalten las tropas, continuaré confiando.
27,4: Una cosa pido al Señor, es lo que busco:
habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida;
admirando la belleza del Señor, y contemplando su
templo.
27,5: Él me cobijará en su cabaña en el momento del
peligro;
me ocultará en lo oculto de su tienda, me pondrá sobre
una roca.
27,6: Entonces levantaré la cabeza sobre el enemigo que
me cerca.
En su tienda ofreceré sacrificios entre aclamaciones,
cantando y tocando para el Señor.
27,7: Escucha, Señor, mi voz que te llama, ten piedad de
mí, respóndeme.
27,8: —Busquen mi rostro. —Mi corazón dice: Tu rostro
buscaré, Señor:
27,9: no me ocultes tu rostro. No rechaces con ira a tu
siervo,
que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.
27,10: Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me
acogerá.
27,11: Indícame, Señor, tu camino, guíame por una senda
llana, porque tengo enemigos;
27,12: no me entregues a la avidez de mis adversarios,
pues se levantan contra mí testigos falsos, acusadores
violentos.
27,13: Yo, en cambio, espero contemplar la bondad del
Señor en el país de la vida.
27,14: —Espera en el Señor, sé valiente,
¡ten ánimo, espera en el Señor!
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Para el momento de la contemplación
podemos repetir varias veces este versículo del
Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a
nuestro corazón.
«Jesús: “Acuérdate
de mí cuando vengas en tu Reino”»
(Versículos 42)
Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la
resurrección para que otros crean.
ACCIÓN
En lo personal,
Volver sobre este texto,
haciendo un profundo examen sobre mi vida de relación
con Cristo crucificado y reinante desde la cruz. Hasta
qué punto lo acepto. Me comprometo en ser un anunciador
de Jesús. Y voy a buscar al menos a una persona que no
conozca bien sobre Jesús para poder anunciarle que su
vida está salvada por Jesús a través de su cruz. Que me
sienta un misionero.
Con tu grupo,
Proponerse una actividad que nos
ayude a demostrar que sí estamos convencidos de Jesús,
el Cristo Rey del Universo, quien reina en mi vida y nos
ayuda a liberarnos de las pasiones que nos atan a este
mundo. Podríamos hacer en nuestro grupo un cartel con
las cosas que este mundo considera importantes, y los
reinos como el económico, el poder, el poseer, el
dominar, y en contraposición, la cruz salvadora de
Jesús. Visitar a personas que están necesitadas del amor
de Jesús, y en su nombre, visitarlos, como grupo,
acompañándolos en sus necesidades. |
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TOMADO DE: Cristonautas
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